Carlos Eduardo

UNA NOCHE DE PRIMAVERA

 

Un loco tocado de la maldición del cielo

canta humillado en una esquina

sus canciones hablan de ángeles y cosas

que cuestan la vida al ojo humano;

la vida se pudre a sus pies como una rosa,

y ya cerca de la tumba, pasa junto a él

una Princesa.

Leopoldo María Panero

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Había un hermetismo no sólo allí.

Esos años tenebrosos,

si no hubiera sido porque lo inundas todo,

habría sucumbido a una parálisis

de convivencia, de perseverar, de vivir.

No es que tuviera susto,

sino que impotencia.

Añoro contarnos nuestros mundos

hacia afuera y por dentro,

como al abrir una caja

de sorpresas sin fin.

Recuerdas como

el zumbido de un zancudo

me había hecho escapar al descampado

para dormir junto al sonido

más armonioso de las hojas

agitadas por libélulas

donde existía un inmenso nogal

que no soñaba.

Era imposible

que viviera de ilusiones

por los nidos que cobijaba,

las visitas de la fauna nocturna,

la resonancia de aves,

de los insectos y de la ciudad

en la luminosidad del día.

Hoy me detengo a pensar.

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