Un loco tocado de la maldición del cielo
canta humillado en una esquina
sus canciones hablan de ángeles y cosas
que cuestan la vida al ojo humano;
la vida se pudre a sus pies como una rosa,
y ya cerca de la tumba, pasa junto a él
una Princesa.
Leopoldo María Panero
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Había un hermetismo no sólo allí.
Esos años tenebrosos,
si no hubiera sido porque lo inundas todo,
habría sucumbido a una parálisis
de convivencia, de perseverar, de vivir.
No es que tuviera susto,
sino que impotencia.
Añoro contarnos nuestros mundos
hacia afuera y por dentro,
como al abrir una caja
de sorpresas sin fin.
Recuerdas como
el zumbido de un zancudo
me había hecho escapar al descampado
para dormir junto al sonido
más armonioso de las hojas
agitadas por libélulas
donde existía un inmenso nogal
que no soñaba.
Era imposible
que viviera de ilusiones
por los nidos que cobijaba,
las visitas de la fauna nocturna,
la resonancia de aves,
de los insectos y de la ciudad
en la luminosidad del día.
Hoy me detengo a pensar.
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