alicia perez hernandez
Yo quiero ser tu amor…
Yo quiero ser tu amor…
Yo quiero ser tu amor para cuidarte y consentirte.
Yo quiero ser tu amor para que tú me consientas.
Veremos crecer el cerezo que está en el patio de tú casa
su sombra dá en la banca donde nos sentaremos
a leer nuestros poemas de amor erótico,
los que nos dedicamos con mucho amor de los dos.
Nos haremos compañía y veremos cuando el sol se va ocultando,
y lo veremos entrar por la ventana al día siguiente.
Nos daremos los buenos días acostados en la cama.
Bajo el árbol de manzanas disfrutaremos del amor por la noche,
y tambien disfrutaremos del olor de las ricas manzanas.
Quiero ser tu amor para acompañarte y me acompañes
ahora que la vejez se nos vino encima, estar juntos nos hará bien.
tenernos el uno al otro, nos hará más fuertes.
Es un tiempo que cada día más anhelo, estar cerca de ti.
dormir en tu cama y sentir tu abrazo rodeando mi cuerpo.
Quiero ser tu amor para juntar nuestras soledades,
Y vivir el último suspiro juntos.
Amarnos sin culpas ni pecados, solo disfrutar el amor ya viejos,
hacer lo que siempre quisimos hacer,
Desnudarnos bajo sabanas de fuego y piel con piel sentirnos.
Habrá deseos en la carne de tenernos, gozarnos y disfrutarnos.
Juntemos nuestra soledad para ser felices.
Olvidemos las vidas pasadas que no separaron.
Junta tú vida con la mía, sin recordar quién fue de quién?
Quiero ser tu amor para toda la vida y lo que nos falte por vivir.
¡¡He soñado que un día me amarás!!
¿Por qué no empiezas hoy a amarme?
Te he amado vidas, años y universos…
¡Ámame!
Quiero que pienses en mí aunque no quieras pensar, aún quiero más!
Eres fácil de amar y difícil de olvidar... Te amo mío!! Hermoso, Amor!!
Alicia Pérez Hernández… México
No es la pluma la que escribe, es el alma
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Yo no quiero morirme sin saber de tu boca.
Yo no quiero morirme con el alma perpleja
sabiéndote distinto, perdido en otras playas.
Yo no quiero morirme con este desconsuelo
por el arco infinito de esa cúpula triste
donde habitan tus sueños al sol de mediodía.
Yo no quiero morirme sin haberte entregado
las doradas esferas de mi cuerpo,
la piel que me recubre, el temblor que me invade.
Yo no quiero morirme sin que me hayas amado.
Yo no quiero morirme sin saber de tu boca, de Elsa López