Yo muero extrañamente cada mañana..
Y no me mata la muerte.
Yo muero por el reflejo cristalino
que el mar proyecta en tus ojos..
Muero en cada tarde, sin remedio..
Cuando el crepúsculo marca en tu frente,
un cielo repleto de besos..
Tú me quieres lleno,
lleno de rosas, tardes y espinas..
Yo te quiero en un vergel
de tormentas y viento sereno..
Y muero de nuevo con una sal de versos,
con la flor primera que nace en tu pecho..
Y muero sin morir al respirar ese perfume
que desprende a la aurora
tu cuerpo..