Nadie podrá quitarme este sufrimiento
que me asfixia entre tanta oscuridad,
con mi voz que se muere en el silencio
con mi alma muriendo en completa soledad.
Nadie podrá darme un mísero consuelo
ni abrigarme con una nueva oportunidad,
ni podrá darle alegría a estos apenados versos
escritos con el dolor de mis lágrimas que se van.
Nadie podrá despojarme de mis sentimientos
ni convencerme de a quien yo debo amar,
ni podrá detener conmigo al tiempo
que me lacera profundamente al pasar.
Nadie podrá borrar de mí aquel último beso
ni podrá a mi sueño ya dormido despertar,
ni olvidar a quien aún hoy yo sigo queriendo
y en mi rebeldía sé que nunca he de poder olvidar.