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La cita

En un café en una tarde gris

Se consumó el encuentro,

forjado entre versos y paciencia,

De la luz y la sombra de sus almas

 

Ella de carmín, iluminando el lugar 

Él, de negro resalta sombría estampa 

Una mirada y se reconocieron 

Una mirada bastó como preludio 

 

El ambiente frío y el café caliente 

Las palabras iban y venían 

Armonizadas en frases sugerentes

Qué alentaron a los cuerpos ardientes

 

La mirada al suelo y rubor en su rostro 

La mano extendida invitando 

Una sonrisa tímida consintiendo 

La senda al aposento solitario 

 

El camino eterno 

Adornado de sonrisas 

Amalgamó los labios 

Con múltiples besos 

 

Rompió el silencio el abrir la puerta 

En danza de salivas ingresaron 

El piso se tiño de algodón escarlata 

Y la inmaculada cama se destendió.

 

La desnudez de su cuerpos 

Advirtió sus grandes senos

Con los pezones endurecidos

Una invitación a libarlos sin parar.

 

La humedad en el tendido y en los dedos 

El falo erecto casi a punto de explosión 

Sucumbieron a la necesidad de penetrar 

La caverna tibia que habita en sus piernas 

 

Roces feroces y besos por doquier 

Con cambio de ritmo y posición 

Llevaron al éxtasis la carne

Que se baño en sudor y fluidos corporales

 

Envueltos entre sábanas 

Descansan abrazados

Al ritmo estrépitoso

De sus corazones 

 

Ambos sonrientes al clamor de la mañana 

Ni el cansancio, las heridas o el frío 

Se imponen al placer de la agitada noche 

Que hay que repetir