“¡Que bonita la luna!”
Gritaba ella desnuda en el ático tras haber tenido sexo,
“¡Que bonita!”
Insistía en el silencio de aquella noche de finales de Junio…
Solo en mi habitación incapaz de conciliar el sueño,
Imaginaba como podía ser a través de su voz,
Morena, de pelo rizado,
Tez oscura,
Bonita de sonrisa reluciente,
Y cuerpo delgado…
Nunca la he visto,
Pero así me la he imaginado…
Volvió a llenar el silencio de la calle
Con sus gemidos de placer.
Eran gritos que incitaban a soñar,
Que daban esperanza,
Que me hacían envidiar al capullo que vivía en el edificio de enfrente,
Que me hacía sentir miserable,
Por no haber sido yo,
Quien le enseñase la luna…