En los confines del alma, en la quietud del ser,
se tejen los hilos de la vida, sin entender
la esencia de nuestro paso en este vasto lienzo,
donde el tiempo se diluye, dejando solo el pensamiento.
Reflexiones se deslizan, como ríos de cristal,
buscando la verdad, más allá de lo normal,
en los suspiros del viento, en el brillo de las estrellas,
en los abrazos sinceros, en las palabras más bellas.
¿Quiénes somos en verdad, detrás de la máscara?
¿Qué buscamos en el camino, en esta eterna marcha?
Nos perdemos en las sombras de nuestras propias dudas,
olvidando que en la oscuridad también hay luz.
El tiempo es un susurro que se escapa entre los dedos,
y en su paso implacable, dejamos rastros y recuerdos.
El eco de nuestras acciones, resonando en el universo,
nos invita a reflexionar sobre el sentido de este verso.
¿Qué hemos hecho con la tierra, con los sueños que se esfuman?
¿Hemos sido guardianes o cómplices de la bruma?
En cada elección, en cada paso, se esconde una verdad,
y es momento de mirar adentro, de encontrar claridad.
Reflexionemos sobre el amor que hemos dado y recibido,
sobre los sueños que hemos cumplido o que hemos perdido,
sobre la importancia de cada ser humano que encontramos,
y la huella que dejamos cuando nos marchamos.
La vida es un lienzo en blanco, una oportunidad,
para tejer con sabiduría, con amor y con humildad,
un poema reflexivo que trascienda las barreras,
que inspire a otros a buscar su verdad, sus quimeras.
Así, en cada reflexión, encontraremos la guía,
para ser conscientes, para vivir en armonía,
y en el viaje de la existencia, descubrir el propósito,
encontrar la paz interior y ser libres de corazón.
Entonces, con los ojos abiertos y el alma despierta,
continuaremos el camino, sin miedo, sin incierta,
y en cada paso, en cada verso, dejar una huella,
un poema reflexivo que nos eleve y nos revela.