Por los tristes indicios
de una muerte anunciada,
el dolor emocional
me subyugaba,
al correr el tupido velo
y enjugar las lagrimas
la aflicción se atenuó,
con la mano en el corazón
y el perdón me dije:
basta de sufrimiento,
a través de esa experiencia
y lo ignoto del mañana,
lo más sabio es;
atesorar los bellos recuerdos
y al estoicismo darle paso.