Pasá que te cuento - Miriam Venezia (Marca Registrada)

Impulso

Hoy se levantó y me miró con su habitual sonrisa.

No dialogamos mucho, pero cada día se despierta agradecido a La Vida, como si todo en su mundo estuviera soleado. Entendiendo soleado como luminoso y feliz; hay muchos que prefieren los días tormentosos y eso no decae su estado de ánimo.

Por su atuendo deportivo, saldrá a caminar o correr, quizá irá al gimnasio, no lo sé en realidad, salvo que lo comente.

Luego una ducha y se preparará un rico desayuno y su infaltable mate.

Ocupa su mañana leyendo o escribiendo artículos para una columna periodística.

Después de almorzar se viste formalmente, vuelve a mirarme y trato de que vea en mí la confianza necesaria para encarar su día, la calle y la oficina.

Todo queda en silencio, y yo lo espero con la esperanza de que el trajín cotidiano no modifique su bienestar.

Es una persona simple y agradecida, solidaria y espiritual, y creo que ha encontrado su meta de vida y está aprendiendo a sortear los obstáculos con confianza y aceptación. Eso no impide que sea realista ya que es consciente de que no todo depende de sí mismo.

Escucho la llave que introduce en la puerta y la casa vuelve a cobrar vida. Ya es hora de la cena, que prepara con esmero poniendo música de fondo. Cuando se sienta a la mesa mira el noticiero y escucho sus comentarios, a veces tristes y otras optimistas, sobre las diferentes situaciones que ve a través de la pantalla.

Su semana es bastante rutinaria hasta la noche del viernes, ese día llega mucho más tarde y, a veces, ni siquiera pasa a verme.

Se siente cómo se desploma en la cama con alguna expresión de euforia y satisfacción.

El resto del fin de semana interactuamos muy poco, ya que pasa el día fuera de casa; eso sí, el saludo de la mañana es infaltable.

Hoy comenzó el día como siempre, agradecido y tranquilo, pero algo modificó la rutina; volvió antes, desayunó rápidamente, cuando salió de la ducha se veía la preocupación en su rostro, quizá una mala noticia.

Silencio.

Volvió más temprano, el ruido de la llave se sintió diferente y al entrar golpeó la puerta con furia.

Se paró ante mí con el rostro desencajado y lágrimas en sus ojos, se veía desconsolado, tenía ganas de abrazarlo, cuando de repente pegó un grito y su puño se estrelló contra mí.

Sé que me quedan pocos días y seré reemplazado. Es imposible percibir y devolverle su sonrisa a través de las rajaduras de mi rostro.

¡Lastima!

Fue muy agradable mientras duró.

 

Miriam Venezia

05/07/2024