En la oscuridad de mi alma perdida, siento el frío de la soledad sin medida. Un vacío profundo, un abismo sin fin, un terror que me consume, que me hace sentir.
Como un ser sin rostro en la noche eterna, vago por caminos de sombras eternas. Mis pensamientos son monstruos que me persiguen, mis miedos se alimentan y mi alma lo exigen.
En mi mente habitan fantasmas del pasado, que me arrastran al abismo, me tienen atrapado. Soy un cadáver viviente en una tumba helada, en la que mi corazón solitario encontrará morada.
En la neblina de la tristeza me sumerjo, en el silencio de la noche me pierdo. La soledad se convierte en mi única compañía, en este mundo de pesadillas, en este infernal valle de agonía.
Y así, vagando sin rumbo, sin esperanza ni consuelo, me sumerjo en la locura, en el vacío más profundo. En este mar de penumbras, en este mar de dolor, donde mi grito de desesperación queda sin eco, sin valor.