Ay! Patria, ¡Patria sólo mía!
Se divisa la hondura que sufre en tus colores.
Se percibe que se inclinan tus Andes,
entre Ríspidas Montañas y Océanos
que ya viajan en tus viejas riberas,
En los cielos que reflejan
la nívea e inmensa luz de los colores de tuya y mía,
la Bandera.
En la frescura de la tibia penumbra del parpadear constante
de la Cruz del Sur que derrama su brillo
en tus laderas.
Oigo el murmurar de un tango triste sin premura
que muere de agónico sentir en tus afueras.
Ay! ¡Mi patria!
Se desangra el hondo y dulce palpitar
En tus amaneceres y ponientes.
En la mudez, la quietud inmensurable
de los Glaciares
Que en vos se insertan.
Se incendia de amor el aromado perfume del jacarandá
que viste de azules las aceras.
Sueño de libertad soñaste
en la vigilia de los héroes
Sueño que se hizo vida en las generaciones
que acunas y acunaste.
Ay! Patria mía!
Se escucha tu voz única
entre tenaces gritos que de libertad musitan
tu solo nombre.
Entre sones sin sentencia
Y en la verde arboleda tan única del zanjón y la vereda.
Penumbra y soles en tus Pampas
y el solo frío que en los recónditos nudos del sur
muerde el alma, el ser, sólo para sentirse tuya.
Finitud del Ruido Cansado
Del Cañón y el Fusil que enarbolaste,
En un pasado que es presente en mis días.
Desgarro de surco y sangre de libertad-amor
entre vientos, heroicas epopeyas y mareas.
“¡Patria sufrida y macha
Que ya estás en los cielos!:
No sé si sos vida o muerte.
¡Sé que estarás por siempre en mi pecho!”
(Patricia)