Entregadoalsilencio

Tras el acto

Miro con displicencia 

el silencio de un canto. 

Leo con rechazo

la superficialidad de lo escrito. 

Observo con  desagrado 

el incesante desangrado de una vida. 

Recojo con angustia 

los segundos perdidos de una loca corrida. 

Atravieso con apatía 

el cementerio de mis días. 

Descubro agonizando

el peso de mis palabras,

que con firmeza 

me hunden cada vez más 

en este intento de vida. 

 

Ruego 

a un dios en el que no creo, 

que nada de lo que yo haga

sea arte;

porque no quiero denotar con tanta tristeza 

tan sublime arte, 

porque no quiero ser uno más 

que mancha con su sangre 

los papeles de sus libros, 

porque no quiero agotar al mundo 

con las penas de farsante 

que se cree incomprendido.