No es que me atraiga la noche,
es que me llama la luna,
no quiero ningún reproche,
quisiera verte desnuda.
Déjame hacerte el amor,
dedicarte poesías,
entregarme sin pudor
a todas tus fantasías.
Con esa pasión ardiente
voy a acariciar tu piel,
te diré lo que se siente,
pues tiene sabor a miel.
En la tibieza de tu serenidad
se esconde un frenesí que es tan patente
que aleja cualquier tipo de ansiedad
ante un despliegue de amor que es evidente.
Te entregas con ardor a ese momento
y yo me dejo llevar por tus locuras
de nuestros labios, solo escapa algún aliento
que es un éxtasis total, sin ataduras.
Classman