Oscarin Balderas

La mujer del vestido negro

En el ocaso de la noche estrellada,

surge una figura en sombras envuelta,

la mujer del vestido negro encantada,

su aura misteriosa el viento desvela.

 

En su mirada hay un brillo profundo,

que refleja historias de tiempos pasados,

sus ojos, dos luceros del mundo,

guardianes de secretos, amor y pecados.

 

Su vestido negro, símbolo de elegancia,

dibuja curvas que en la noche se desvanecen,

un manto de misterio y fragancia,

que en los corazones susurros enardece.

 

Pasea por calles desiertas y solitarias,

dejando su esencia en cada rincón,

las luces se apagan, las almas son varias,

bajo el embrujo de su hechizo sin razón.

 

La mujer del vestido negro cautiva,

con su andar seguro y porte distinguido,

sus pasos silenciosos, su voz esquiva,

envuelven a todos en un halo perdido.

 

Se cuenta que es un ángel en el disfraz,

que protege a los desdichados y errantes,

los abraza en la oscuridad con solaz,

y los guía hacia caminos más brillantes.

 

Pero nadie conoce la verdad tras su velo,

si es real o un sueño fugaz del pensamiento,

la mujer del vestido negro en su desvelo,

nos sumerge en un mundo de eterno tormento.

 

Entonces, en la noche, su silueta se desvanece,

quedando solo el recuerdo de su encanto,

la mujer del vestido negro, siempre crece,

en los versos y corazones donde es su canto.

 

Así, la poesía teje su enigma y su encanto,

alrededor de la mujer de negro enigmática,

susurra al viento su historia y su llanto,

la

mujer del vestido negro, musa poética.