Vida trémula
retén mi amor en tus oscuridades,
renglones torcidos de palabras frustradas de amnesia,
pasajero de la noche fría envuelto en tinieblas,
nieblas emergiendo del cauce de la angustia.
Jardín encolerizado, entristecida rosa
con lengua bípeda de nostalgia,
penitencia de mis días dolorosos,
atajo de mi fuego que en ti arde
como arden los cielos con la cólera de los soles,
crepúsculos hiriendo como dardos
la flor que derrite mi vanidad.
Los montes de tu vientre me enternecen,
ando en continua agonía como tu valle
inundado de lágrimas saladas,
estridencia alucinógena de mis sueños de locura.
Soy la brasa que enciende tu mente,
los sentimientos frustrados de bosques de encinas
o tréboles como decía la gran Dickinson,
soy tu vasallo, a tus pies me rindo.
¡Oh hermosa luna!, acaricia mi pluma
quiero navegar por tu cuerpo de metáfora,
por tus miradas de horizonte,
por el infierno de tus besos, quemantes, hechiceros.
Eres mi vino añejo en las tardes cálidas
halo de aliento no olido, pasión no consumada,
espacio escondido en mi firmamento.
Quiero beber de ese licor, de ese lamento,
acongojarme despierto, que mueras por mí,
alma y muerte, amor y sexo, en la inmundicia
de este mundo iracundo.
Ser tu pecado y tú mi hoguera
ser la cólera de Dios, y tú el diablo con tridente
una vela apagada en la oquedad de la vida,
una oscuridad hiriendo mis ojos llorosos
Llévame a otra vida donde el fuego
sea la dicha, y la honradez el pecado.
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