Nada como saber...
Ayeres de golondrinas remontando mis veranos,
con tus alas y el sol de mis memorias
en los pergaminos del cielo.
Golondrina y firmamento azul entre mis versos.
Recuerdos de mi libertad cuando...
en ti pienso...
como un poema antiguo en la corteza de un cerezo.
Nada como saber...
que sigues Valle, allí viviendo
entre montañas y ríos,
y que el viento me susurra tus íntimos secretos,
que las hojas se marchitan y conservan nuestros misterios,
que guardo tus sonrisas y el rubor de tantos besos,
tesoros en el cofre de los recuerdos...
y que hoy... aún hay un nido de amor en nuestros pechos.
Que brotan de tus manos y en el abrigo de tu lecho,
mil flores pensativas de fragancias y de rezos.
Nada como saber...
que bebí en pócimas y hechizos tus yerbas de amor fresco,
y que tu nombre se ha guardado bajo el cofre de mis sesos.
Nada como saber…
Que habitas en mis libros como el fantasma de mis miedos,
que te busco entre mis hojas, en las sombras, en mis credos.
Nada como saber...
Que eres libertad, abrigo, pan y pueblo;
el río misterioso, montaña, árboles inmensos, el lobo con su luna, y de su carne mi aderezo.
Que eres águila libertaria, cóndor majestuoso, garza soñadora;
pájaro tricolor, que redunda y redunda... mis lluvias y fuegos.
Nada como saber...
Que habitas, tallas, pintas;
que hasta inmolas y asesinas...
que remedas y remedas...
bajo el crimen inocente, la arquitectura de mis huesos.
Y nada como saber...
Que eres el credo de mis credos,
y que ocultan tus palabras el escrito que se hace verso.
Que en el jardín de los abrazos,
florecen las rosas de nostalgias
y en las sortijas de sus pétalos nuestro amor mantiene preso.
¡Tú, mi eterno verso!
Racsonando Ando