Un hombre solitario
no es un hombre
pero
un hombre que construye
semejante soledad
semejante fortaleza
de palabras
unas contra otras
águila voraz
en medio de las cumbres
y todavía más
no es un hombre solitario.
Un hombre
que se deja llevar
por sus palabras
no puede ser embalsamado.
Un hombre que canta
desesperadamente
el porvenir
brújula atascada
en una dirección
siempre diferente
no tiene Norte.
No hay altura que sobrepase
mis últimas palabras.
Escribo y lo sé el viento
me llevará lejos de mí.
Alguien tocará mi voz
en algún campo de batalla
y alguna tarde espléndida
morirá por mí.
Me fuerzo a comprender
y el hombre es inasible.
Se pudre y no se pudre.
Muere y canta a la vez.
Se deja volar
y para caer
pesadamente
corta sus alas.
Vértigo de luz
el hombre
un perfume
una música
a punto de olvidarse.
Abro la boca
y en un bostezo universal
aspiro profundamente tu cuerpo
y salto por los aires:
Hombre,
ave solitaria
minúscula y grandiosa
vuelo tembloroso
el último vals.
(Del libro La Poesía y Yo, Ed. Grupo Cero)