Labios de carne,
de azúcar,
reposan bajo el ocaso
opuesto,
donde muere el aliento:
en la duda.
Juran certero:
no es mutuo.
Murmuran un nombre
sin un alguien,
es de quién quieren serlo.
Piden tu carne,
tu azúcar.
la tuya.
Se miran.
Se sienten.
Se imaginan.
Se besan.
Despiertan.
Víctimas de un vistazo
a lo ajeno, al dentro de un rostro,
a un cuerpo sin otro,
a una mejilla seca.
Pestañas ciegas
de un corazón lisiado.
Se dicen: te veo,
no dicen: te amo.
Alguien te llama.
Alguien te calla.
Alguien te pierde.