Estas estrellas que nos ven y nos palpan desde lejos,
susurran mi voz en un eco de desamor.
Se derrama el vino rojo en mi copa vacía,
y en mis ojos se refleja el dolor.
Tu ausencia, cuál puñal clavado en el pecho,
deja heridas abiertas que sangran sin cesar.
Las palabras que callaste, se convierten en espinas,
y mi corazón desangrándose en cada latir.
El tiempo se estira como una sombra infinita,
y en cada amanecer, el olvido se dibuja.
Las promesas, las caricias, los sueños compartidos,
se desvanecen en la bruma, como un sueño perdido.
Mis manos tiemblan al rozar tu recuerdo,
y el eco de tu risa me persigue sin cesar.
En el laberinto del desamor me he perdido,
y no encuentro salida, solo un mar de soledad.
¡Oh, amor! Has visto las heridas abiertas,
me acompañas en este camino de desencuentros.
Tu voz me guía en las noches más oscuras,
y tus versos calman mi alma quebrada.
Pero el amor que se fue, no vuelve jamás,
y en la orilla de la melancolía me quedo varado.
Las lágrimas se mezclan con tinta y papel,
y en mis versos, el desamor está plasmado.
Así escribo, en letras rotas y desgarradas,
la historia de un corazón que amó en vano.
El desamor se cuela en cada verso,
y en cada palabra, el eco de un adiós lejano.