Transfiguración.
Tantas jornadas hacen perder la razón.
Las criaturas del abismo gritan, pelean,
luchan se abaten; finalmente, la carnicería.
¡ Qué aflicción ! Válgame por el canibalismo,
los pilares estaban raídos, putrefactos,
desmoronándose, en pedazos cayeron,
devorados por el río de sal,
serpenteando, avanzando hacia lo ignoto.
El idiota creó murallas, armaduras,
así lograba ver un nuevo amanecer,
un miserable, pero nuevo día, gris.
Obstaculizada la pequeña nimiedad,
en el que podía caminar erguido,
sin saber que hincaba la rodilla,
a cada ocasión que la frustración requería.
¿ Es el agujero el augurio de cobardes ?
Enraizaron de tal manera el destino evanescente,
que favorecía tanto a la providencia o a la fortuna,
son cadenas que hacían una carga anfractuosa,
rompiendo los talones sangrantes,
asumiendo para sí el padecimiento externo.
Mientras en el oído, la coraza le susurraba,
¡ Venera a tus padres ! Continúa tal sendero de ignominia,
observa cuánto tiempo, que llevan en lo mismo.
Al entrar al túnel, las sombras saludan,
ríen y exclaman, eres bienvenido,
ocupa el sitial, te consagraremos,
¡ Válgame ! Locura exacerbada de lo innecesario,
los rostros de la tortura son invisibles,
puesto que están en cada quien,
mientras violan a putas sin pagar,
el costo es la puñalada en la espada.
Al lograr salir, está la luz brillante,
más es fría, al igual que la traición,
la pantomima descarnada, ilusoria,
de aquellos que son colgados, orinándose encima,
tal espectáculo es digno de los ebrios,
vistos de reojo por vergüenza.
Siendo que irán a lo alto privilegiado,
o no, tan valorado allí pernoctarán.
Tanto tiempo perdido, dilapidado.
Y ¿ Para qué ?
Para lavar pañuelos o un perdón ficticio.
Defenestración, gritan desde las azoteas,
mientras el cuerpo ya casi no se mueve,
habría que objetar una buena masturbación,
ante esta energúmena osadía ralentizada.
Observada mientras la risa,
y el veneno de la mirada inunda recovecos.
Arrojado por el cristal del pasado,
abandonando vestigios de lo que fue,
el ser se quiebra en la caída,
las reliquias de humanidad, disueltas en la niebla.
Transfiguración del ser en espectro de la noche,
renacer en el viento sepulcral, despojado de sombras,
fatalmente condenado al eterno dolor y rabia,
deshecho de la luz para siempre.
Ciertamente, la coraza es pesada,
debe ser desechada para algún insensato,
frágil, cuál fantasma suicida.
El peso mantiene atado la infelicidad.
las sombras y luz un mero artilugio,
para quienes reptan cuál serpiente,
sufren por ser tan deplorables.
Hijos del sistema amable, enfrentan la tormenta.
Locura insana, locura,
placebo, maldito carcomido,
hasta que el peso de los hombros se deja,
por fin se puede flotar.
Las magdalenas lloran por la pérdida,
¡ Y qué ! Nunca merecieron esos gestos,
que se maten entre ellas.
Siempre se puede bailar sobre la tumba.
Elthan.