Las aguas de un abril negro
Caen del abismo de una figura
Férrea e imponente con filo
De una agrietada escultura.
Pisando visiones torcidas,
Estruendosos rugidos del viento
Estremecen hasta las rodillas
De un poderoso aguacero.
Los juncos y laureles,
Con manos frías son arrancados,
Vendiendo a los rayos sus pieles
Que del suelo son despojados.
Un azabache paisaje reclama
A las víctimas del agua que roza,
Marcando las huellas del sollozo
De una cordillera con un cielo roto.
Reina la oscuridad en mi valle baldío,
Entre las altas nubes, desolado,
Porque se lamenta un sol ausente
Cuando la oscuridad te da la mano.