Él le escribió, ella respondió. Él tenía tanto por decirle, aún después de tantos años, pero se calló. Un simple \"hola\" y \"¿cómo estás?\" ahogaban un mundo de anécdotas por recordar, tantas noches que hablaron juntos, caminaron juntos, tantos momentos que duelen recordar y aun así no se olvidan. Hay tanto de qué hablar, pero él en silencio se quedaba. Ella ya no insistía. Cada día, lo que él escribía era más corto y más corto, pero tanto guardaba que su voz se ahogaba. Hasta que un día el \"hola, ¿cómo estás?\" ya no servía y seguía el llanto cada día, el amarla cada día, el recordar la sonrisa que tenía reflejada en los ojos de aquella a quien ya no podía hablarle de recuerdos que no cabían en un \"hola, ¿cómo estás?\"