El sudor me empapa,
voy al baño
en busca del néctar, la calma,
remedio de antaño.
Y tanto remedio…
Llueve esa calima
a la que tanto estimo
cual intermedio
inocuo,
que torna en agua
a la irremediable anhedonia.
Llueven las arenas
en esa incesante sequía
cuya calma es mi ahogar
Langostas nos acechan
carcomiendo aquel cristal
que protege aquella sierpe
implorando su lealtad
Ellas dañan siendo plaga
expectante al demostrar
la ironía que hoy lamente
en duchas antes de cantar.