Ricardo D. Branj

Mujer

Mujer

 

Qué maldito dios,

qué satán bonachón

atrevió el esplendor

de la mujer

feroz animal

hermosísimo

criatura tierna y suave

y aguerrida,

diestra mano

bello rayo

culto doloroso

que seduce con su centro secreto.

Su naturaleza vedada

luz, sombra

que se nos estremece en los brazos

delicada y perturbadora,

subversiva y complaciente

que nos agita los ojos

y las razones,

que nos embriaga la sangre

nos contraría,

nos paraliza,

nos enajena

y nos sumerge en el delirio dulce

de su amor y de su cuerpo

con flechas cupidas

que confortan

y que duelen.