Tuve que habitar entre la soledad oscura,
donde el amor es una estrella negra en el día
para poder levantarme con agua y tiempo,
y poner en tus labios el beso que no termina.
Tuve que ocultarme entre la tierra centelleante
y escuchar los pasos que ignoraban mis anhelos,
para poder alzar mis brazos y respirar tu aire,
para bañarme y alimentarme con llanto de tu cielo.
He cumplido mi razón de haber venido;
al viento, al sol, a tus manos y tu boca
mi agua dulce vigorizó tu sangre amada,
te di mi existir, mis frutos y mi sombra.
Te traje el aroma de mi cuerpo con sus gajos,
te guardé lo más valioso de mi esencia
para que caiga mi caricia en tus labios…
en el beso que subió desde la tierra.