Después nací a la libertad y me encadenaron
y así durante cinco siglos me tuvieron,
vivo y encadenado y me dieron algo de comer,
alguna lágrima para llorar por todo lo perdido.
Comí esa nada que me daban y lloré esas lágrimas
y me di cuenta que mi libertad medía sólo un eslabón.
Un ruido me separaba de otro ruido, una cadena
me ataba a otra cadena y a hombres como yo.
¡Oíd el ruido de rotas cadenas! y nada se escuchaba.
¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad! y nadie se movía.
Paz y amor nos dijeron y estalló la guerra.
Esclavos, exiliados, mutilados, muertos, desaparecidos,
así fuimos teniendo los nombres del dolor y de la rabia.
Así, por el único camino para sobrevivir, fuimos poetas.
(Del libro Al Sur de Europa; Ed. Grupo Cero).