Lloré al parirte sangrante
En el antes, después y durante
Pensé era mi lucha, y de ella saldría triunfante
Mas era tu prueba, no mía, mientras expulsaban tu presencia.
Sentí tan llena de descansar en emergencia
Pues el mundo estaba presto a conocer tu existencia
Quería ser la única en atestar tu inocencia
Más la razón por qué mi pecho sonó alarmas de advertencia.
Escuché su primer grito cuando desvelaste el amor
Me empapé en sudor, me secó la sábana del temor
Te haría dependiente de su abarco y su ardor
En momentos de dolor, él sería tú único curador.
Volví escuchar el clamor cuando abandonaste el nido
Donde ese día te cargué en mis brazos dormidos
Cuando pensé aún no me ido, y ya mi alma ha renacido
Porque lleva parte de mí, este pequeño cuenco lo ha sobre crecido.
Aún escucho ese alarido, cuando amenazas con no enseñarle
A tu rostro como expresarle, a tu mente cómo comunicarle
Tus temores cómo ganarles, tu esperanza cómo confiarle
Y a tu norte arduamente soñado, cómo llegarle.
Ayer, igual a ese día, gritó mi voz de madre, pues no puedo guiarte
Puedo acompañarte, mas no puedo quedarme
Me mantendré a tu lado, cuando necesites que te abrace
Aunque, tienes tú que imponer fuerza, cuando toque ser fuerte.
Pues ahogarán tus chillidos el mío, cuando toque perderme
Y los brazos que te acunaron no podrán protegerte
Gritará más fuerte que nunca, mi dolor de madre, más que cuando te tuve en mi vientre
Porque cuando al necesitarme lo sabrás, mas aún dolerá, no poder escucharme decir que como yo te quise, debes recordar quererte.