Alas rotas II
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Octonario
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Admirando a su mamá,
le crecen al ave plumas
y en viéndola volar, sueña,
que pronto llegará el día
que él también... podrá soñar.
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El ave que nunca vuela,/ bien poco podrá enseñar,
es el vuelo quien la lleva/ en pos de la libertad
y no hay retoño que vuele/ si no vuela su mamá.
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Un pintor pinta una rosa, otro nos pinta un clavel,
aquel una mariposa, otro cuenta una mentira
y otro no sabe que hacer,
unos la ven deliciosa, otros preguntan ¿por qué?
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A alguien allá en el fondo sin querer se le escapa un do,
un poeta clama al cielo pidiendo dosis de amor
y una guitarra sin cuerdas llora sola en un rincón,
por no haber sabido nunca, como cantarle al dolor.
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Como guitarra sin cuerdas serán las almas que nunca,
rindan tributo al amor.
Impactan según sus clavos, las almas en el redil
esos clavos que le frenan, a la razón el vivir.
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Sueños enfermizos guiaron, las chispeantes miradas
de quienes vieron la vida, cual gigantesco burdel,
convirtiéndolo en morada, de aves que ya no vuelan
y de rosas y claveles que no conocen pincel
ni la pluma del poeta,
esa que solo mojaba en los tinteros de miel.
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Mercedes Bou Ibáñez