¿Cómo se supone que debemos actuar ante lo inevitable?
ante el desastre inminente que supone ciertas acciones,
lamentablemente no hay forma posible para evitar ciertas desgracias,
más que preparar la mente para lo inevitable.
Qué cuestionable se vuelve la existencia
cuando carece de ese elemento al cual llamamos motivo,
y nos volvemos sosos ya que nos importa poco o mucho la felicidad en sí misma,
y solo nos dan ganas de llegar a casa y estar tumbados en la cama
viendo el techo o, tal vez, con los ojos cerrados, imaginando escenarios ficticios.
Es en ese refugio donde hallamos una paz momentánea,
donde los sueños sustituyen las realidades ásperas,
donde los silencios hablan más que las palabras,
el tiempo se detiene en una calma aparente.
Pero, ¿es suficiente vivir de ilusiones pasajeras,
de consuelos efímeros que apenas llenan el vacío?
Quizás, en la búsqueda de significado, encontramos la verdadera fortaleza,
la que nos permite enfrentar lo inevitable ,
y transformar el desastre en una oportunidad para renacer.
Así, nos perdemos en un mar de pensamientos,
donde cada ola nos lleva más lejos de la realidad,
buscando consuelo en sueños etéreos,
esperando que, al despertar, encontremos una razón,
un propósito que nos devuelva la chispa,
que nos saque del letargo y nos empuje hacia adelante,
porque en el fondo sabemos,
que aun en medio de la tormenta,
hay una luz que siempre brilla,
esperando ser encontrada.