I
Aquí estoy esperando mi vuelo
igual tú, en el mismo aeropuerto.
Me dio gusto verte de nuevo
hermosa como siempre,
con la noche tatuada en la mirada
y el aliento de la ciudad tocando
mi rostro, recordándome tus labios.
Cuando llegué a esta ciudad
me vi distinto. ¿Hace cuanto
me volví un desconocido?
Llueve sobre mis manos, y aquí
solo encuentro en las montañas
tu mirada, de verdad, me da gusto verte.
Mis ojos te buscan, mi boca te persigue
pero eres la hoja que se arrastra cuando
el viento está enfermo de melancolía:
la noche propicia un poema nocturno,
donde la vida sea tuya, y el amor mío,
y nuestros corazones de la ciudad.
II
Recuerdo que alguna vez
escuché una canción
donde su letra decía esto:
¹Cuando decido mejorar
cuando me digo esto no es vivir
me desespero y en este mundo
no encuentro alivio,
te pareces un mundo ajeno
no sabes cuanto te eche de menos.
Y así fue...
III
Estoy abordando el avión
esta ciudad se despide de mí y de ti
te vas, también me voy,
juntos y separados a la vez.
Te busco en el espejo, en la noche,
en la lluvia y lo único que puede
invocar tu presencia es la mañana,
pero eso aun está muy lejos,
ni la media noche ha presenciado
tu salida, y de nuevo te encuentro
dejando suspiros en el horizonte.
Que gusto verte de nuevo
aunque sea en la distancia
aunque sea en la memoria
en el brillo de tus ojos.
Mi destino ha sido anunciado
te hundes entre la gente
me llevas en la piel,
hoy te sigo por el cielo.
IV
El vuelo ha comenzado
nunca conocí el cielo,
lo hice solo en sueños,
hasta ahora.
En mis sueños has invadido
mi esencia,
la suavidad de mi alma
y te concentras en morir
en mis labios.
Los sueños son fotografías
y allí uno guarda sus momentos.
Tu eres uno de esos momentos;
llena de la más amable primavera,
llena del más dulce sentimiento,
llena del mágico saber de la muerte.
V
Son las 2:00 am, mi ciudad una red de luciérnagas
contempla mi llegada, su llegada.
Cuando bajo del avión me apresuro
es instintivo, voy embriagado
volando entre fantasías cuando
de pronto ella está detrás de mí.
Mi corazón cabalga, un ser bello
me persigue y por última vez
cruzamos la mirada, la contemplo bella
y en ese instante cuando la noche
se adentra al mundo a los sueños;
se vuelven perpetuos yo tengo
que despertar de este sueño
y seguir con mi rutina al igual que ella.
Al final desato las horas que compartí
y entre sonrisas, abrazos, me alejo
ella se queda, esperando su realidad
así acaba esto cada uno sigue su camino
y nuevamente el destino nos separa.