En la playa de arena fina,
Cuando el sol besa el horizonte,
un niño curioso corre sin prisa,
hacia las olas que van bailando a la orilla, sus ojos brillan con ilusión,
mientras el mar le susurra canciones,
se funde en abrazos de sal y espuma,
en un romance eterno de emociones.
El niño y el mar entablan un diálogo,
en un lenguaje que solo ellos comprenden,
el viento sopla sus palabras al oído,
y las olas con caricias le responden, el niño escucha atento cada secreto,
que el mar le confía en su susurro,
le habla de aventuras y tesoros ocultos,
de historias antiguas y sueños puros.
En su mirada se refleja la inmensidad,
del océano que le abre sus puertas,
y en cada ola que rompe con suavidad,
siente la fuerza del amor que en su interior despierta.
El niño juega con conchas y caracolas,
las guarda como tesoros en su mano,
y en cada una encuentra un mundo nuevo, un secreto resguardo,
donde sus sueños se hacen más cercanos, el mar acuna al niño en su abrazo,
le enseña la grandeza de la naturaleza,
le muestra el poder de la calma y la tormenta,
y le dice que la vida es una promesa.
En la playa el niño y el mar se encuentran,
unidos en un vínculo eterno y divino,
en ese instante mágico de pura alegría,
donde el amor y la libertad se entrelazan en cun vínculo fino.
Así continúa su danza infinita,
el niño y el mar, unidos por siempre,
un canto de esperanza que el viento repite,
Y que las rocas coralinas sienten profundamente.