Tomás Osorio del Río

Duelo del yo

En la sala otorga el niño sus palabras,

resurgen de los vapores del alma,

y tres imágenes recrea.

 

La una es el “yo niño” en la cama;

segunda es la caricia, su llama,

y su ausencia, la tercera.

 

¿Quién eres? Me atas,

déjame atrás.

No esperes nada;

olvídame, no llores más.

 

Niño, escapa

o te matará

aquel que en su palma

impide el soñar.

 

Corre mi alma,

no dejes de amar,

y vive en tu calma,

no mueras jamás.

 

Suelta ese cuchillo, pequeño niño,

suplirás las asfixias de tu martirio,

suelta a ese atacante.

 

Cuídate bien las venas, junto a las penas.

Ríe hasta que puedas, o hasta que quieras.

Cuídate, soñante.