En la plaza de la ciudad, los rostros se entrelazan, como hojas secas arrastradas por el viento. La plasticidad social, como un disfraz, se adhiere a las almas, ocultando su tormento.
Los ojos, espejos rotos, reflejan la crueldad, mientras las risas falsas se desvanecen en la bruma. El consumismo, voraz y despiadado, devora sueños y esperanzas, dejando solo espuma.
Las guerras, como bestias hambrientas, rugiendo en los corazones de los hombres. Sus banderas ondean en un baile macabro, mientras la humanidad se desangra en los campos
Danzan las máscaras, en su farsa perpetua, mientras la vida se desvanece en un suspiro. Quizás, algún día, rompamos las cadenas, y encontremos la redención en la verdad que ansiamos.
Tazffio Saraha Berrizbeitia.