♥(¯`*•.¸♥millondurango♥¸.•*´¯)♥
Hagan todo lo posible por mantener la unidad del espíritu mediante el vínculo de la paz (Efes. 4:3).
En el tejido de la fraternidad, hilos de discordia a veces se entrelazan,
mas la sabiduría y el amor, como agujas fieles, la armonía restauran.
Como Pablo y Bernabé, que en desacuerdo un día se hallaron,
no dejaron que el rencor en sus corazones se anidara y creciera,
sino que buscaron en la comprensión la llave que todo lo repara.
En la paleta de las relaciones, los colores del conflicto pueden aparecer,
pero es el pincel del perdón el que puede el lienzo de nuevo embellecer.
Que no sea el orgullo el que guíe nuestras acciones y palabras,
sino la humildad que nos enseña a valorar las cualidades ajenas,
y en la diversidad de pensamientos, encontrar la riqueza verdadera.
Como Marcos, que en su momento fue motivo de disputa y separación,
con el tiempo se convirtió en la prueba de reconciliación y unión.
Que nuestras diferencias no sean barreras que nos dividan,
sino puentes que nos inviten a cruzar hacia la comprensión mutua,
y en cada paso, dejar huellas de respeto y consideración.
Que recordemos que en el jardín de la humanidad, cada flor tiene su esencia,
y es en la variedad donde se encuentra la más hermosa presencia.
Así como Pablo habló bien de sus hermanos en la fe,
que nuestras palabras sean semillas de bondad que germinen y crezcan,
y en cada acto de aprecio, la fraternidad se fortalezca.
Porque al final, somos viajeros en el mismo viaje misional de la vida,
donde cada experiencia es una lección, cada hermano un compañero.
Que la empatía sea la brújula que nos guíe en cada decisión,
y en el mapa de nuestras relaciones, la ruta de la compasión sea la elegida,
para que en el camino, la paz y la unidad sean siempre nuestra misión.