Como ese colibrí verde azulado y fosforescente
que liba gérmenes de ilusiones en un cáliz de promesas.
Como una avecilla sin nombre con angustias de migajas,
de migajas de cariño, de paz, de una caricia.
Como el sueño de ese niño solitario, angelical y
confiado,
extraño de penas, vacío de espinas.
Como un olvido increíble y fantasmal
que mutila sus alas para no llegar.
Así te quiero.
Te quiero porque cuando me miras busco en tus pupilas
alguna señal de tus deseos.
Porque al disimular mi saludo rozan mi rostro la
porcelana
y el terciopelo esquivo que entibian tus mejillas.
Porque un céfiro que nace en tu boca se convierte en
vendaval
al posarse en mis labios calientes.
Porque siento que te quiero y no pido que me quieras.
Por eso te quiero.