que amargo resplandor
me fue quitando
la alegría
y tierno amor que yo sentía
eras la huella perfecta de mi vida
tus dulces besos y tiernas manos.
me acompañaban en cada despedida
cuando el adiós sono definitivo
y te subiste a un tren del cual jamás regresarías.
cuando el presente se volvió pasado
se apagaron los soles en mi vida.
Entonces sentí que por dentro me moria
ya no hubo cielos azules ni pajaros volando ni sonrisas.
Un fuerte y duro invierno atravesó mis días.