EL AMOR, Y EL TIEMPO.
¡Qué lento pasa el tiempo lejos de ti,
al contrario de cuando estás conmigo!
Cada monótono día transcurrido sin ti,
equivale a un corto entreacto contigo.
En la brevedad del amor que vivimos,
marcamos una leve fase de paréntesis,
a la vez que, en el inciso que nos damos,
levitamos en la dimensión del éxtasis.
El proceso de nuestros actos amorosos,
es el preludio de la coyuntura del espacio,
la elaboración con actos presurosos,
es el acto entrecortado del armisticio.
El periodo de tus abrazos discontinuos,
es la prórroga, de un aburrido partido;
las pausas y treguas de penaltis continuos…
equivalen al premio por todo lo compartido.
El reloj contigo, corre en un ciclo desbocado,
mientras que lejos de ti, se queda dormido,
esperando las caricias y el beso deseado,
para expirar sin pausa, por el amor rendido.
En nuestra unión, nunca nos damos tregua,
en un lapsus del proceso, nos amamos sin descanso,
con la dureza del potro que monta la yegua,
dándonos después, los besos, y el complaciente remanso.
En el curso de este acto, aprovecho un momento…
para remontar a los cielos, y pedir, que te adoren
con reverencias todas las estrellas del firmamento,
y ver después en ti, los gestos que me enamoran.
Horas, minutos, segundos, un instante de intervalos,
y tras quedar abrazados, llega la dura separación;
y siento como si mi cuerpo quedara molido a palos,
quedando siempre a la espera, de la ansiada continuación.
Vienen después, las etapas de persistente espera,
pasan días y semanas, con emocionada interrupción.
Mientras espero y deseo, otra alegre primavera,
para llenarnos de besos, en cualquier oculto rincón.