♥(¯`*•.¸♥millondurango♥¸.•*´¯)♥

Dejen de juzgar, para que no sean juzgados (Mat. 7:1).

 

 

En la vida, buscamos la justicia,

como estrellas que guían en la noche más oscura.

Nos esforzamos y luchamos con pura nobleza,

siguiendo las normas de un poder más alto.

 

Mas no somos jueces, ni portamos balanzas,

ni medimos a las personas con varas de moral.

Somos viajeros en un camino de espinas y esperanzas,

donde cada paso es un acto de fe, un gesto vital.

 

Recordemos a José, en su manto de rectitud,

que no juzgó, ni condenó, ni alzó su voz en rencor.

Aunque herido y vendido, mantuvo su virtud,

y en el trono del poder, perdonó con amor.

 

Sus hermanos temblaron ante la posibilidad,

de un juicio severo, de una venganza final.

Pero José, con su corazón lleno de humildad,

les mostró que el perdón es un acto celestial.

 

\"No teman\", dijo, \"pues ¿quién soy yo ante la divinidad?

Solo un hombre, no un dios, para juzgar su verdad\".

Y así, en su sabiduría y su bondad,

dejó que el Juez supremo guiara la eternidad.

 

Sigamos su ejemplo, sin arrogancia ni desdén,

recordando que todos somos iguales en la creación.

Que el juicio pertenece solo al que está más allá del bien,

y que en nuestras manos está solo la compasión.

 

Que la justicia divina, como río que fluye sin cesar,

es la que riega los campos de nuestra humanidad.

Y en nuestro andar, dejemos que ese amor sin par,

sea el que marque nuestro paso, nuestra identidad.

 

Así, en la vastedad de este universo inmenso,

donde somos apenas un suspiro, una fracción,

vivamos con la justicia que nace del consenso,

de que solo Jehová tiene la última decisión.