Hay una carne fatigada
que continúa soñando con el sol
cómo alimentando la realidad de las flores
que sin importar su longevidad
apelan al sol para continuar con vida.
Aunque parezca absurdo rechazo la oscuridad del día
si bien mis párpados se calcinan
y las mejillas se inflaman
y el cuerpo produce arcadas por la insolación
prefiero al astro sobre mi cabeza
dominante e implacable
que a las sombras de negro impecable
transformando la luz en tentaciones y temores
Prefiero la asfixia del fuego sobre mi frente
jugando con el vigor de mis huesos longevos
haciendo bullir mi sangre en su disposición a la sorpresa
encegueciendo mis ojos con el brillo de los rayos
que ingresan por la ventana entreabierta
como recordando el pasado ante la aventura del mañana,
Te prefiero a ti sol, saciado y libre
ante la mirada estrecha de las sombras.