El tiempo como una flor veraniega
despierta cada madrugada
y vuela a la copa del árbol más cercano,
donde ríe con los pájaros y los grillos desperezados
que duermen en el jardín del cielo,
cubiertos de niebla y de roció empapados,
cuando me recuerdas al tiempo,
ya he partido con la alborada solitario.
Luego te adormeces tiempo,
hasta mi llegada, sorda y cabizbaja,
que es rápida como la vida,
guardarás silencio, dormirás cuando duermo,
pero en la madrugada me despertarás,
campante como siempre lo has hecho,
tu eres y serás el eterno y joven tiempo,
que te llevas todos los recuerdos… que pena,
hasta que alguien los rescata
de algún libro viejo,
y tú, lo observarás todo en tu mudo silencio.
Nadie te ve, sigiloso tiempo,
rápido y a la vez lento,
vives atrapado entre los granitos huidizos,
de los relojes blancos de arena,
esperando que alguien, te de vuelta otra vez
para seguir viviendo.