El calor. La calor.
El calor. ¡Solo calor!
¿Por qué te has dejado, julio,
a todo gas el sol?
De tanto revolucionarlos,
se me ha ido volando el ventilador
y por abanico me quedan
cuatro alambres sin color.
Julio, ¿no tuviste bastante
con arrancarme de la primavera,
que además te has empeñado
en hacerme pasto de caldera?
Nada más sacarlo de la nevera
me vienes flameando el flan
y de la panadería a mi casa
se me acaba tostado el pan.