Cada martes gris vuelvo a ti, desnudo en tenue luz de luna. Vuelvo a recoger tus migas, tu sudor de sal y fortuna.
Vuelvo a escarbar con besos tus suaves y tiernas fisuras y a mover con olas las orillas donde yace el sol con su luna.
Vuelvo con las manos vacías y los labios secos de hambruna. Con la lengua arando el suelo y mis dedos ahondando tu laguna.
Cada martes vuelvo a ti a romperme en tu cintura. Como una nube sin cielo, como un mar sin anchura.