santos castro checa

EL LIENZO ENTRISTECIDO

 

Hay un sofá, estrecho, sombrío
en la estancia de viejos tapices;
parece un muerto fingiendo 
un reposo irreverente,
 cansado,
tendido y aterido
¡Cuánta pena su descarada alegría!
Y, en la pared,
desilusionada y ausente, la faz 
de mi querida, se esfuerza, desfallecida.
Me sonríe, taciturna; su mirada fría
muestra una lívida y extraña 
sensación de ternura;
de odios no sabe, pero me sabe a cereza
 su recuerdo vivo tras el cirio muriendo
después de una lenta y penosa agonía:
Le mimo, le hablo, le ruego ¡no mueras!
 Luego, me maldigo
por lo brutal de ser un ente desprotegido
¡Incapaz de mantener viva 
la flama de la vida!
¡Qué misterio, este misterio muy prendido
 en la pared de mármol y de Cedro carcomido!

Ella ya no sonríe más,
se ha marchado,
su sonrisa se ha esfumado 
tras las huellas infinitas,
ya no hay odio ¡nunca lo hubo!
Ya no hay amor en la pared
descarnada y hueca
y en el lugar del lienzo olvidado
ha quedado un marco apolillado
cubierto 
de pegajosa telaraña
que atrapa a mi cuerpo
dormido en el sofá...

6:24 p.m.
Martes, 16-07-2024
D.R