Era agosto cuando ella se durmió
sin mirar a mis ojos,
en aquel último abrazo
donde un semáforo se puso en rojo.
Amo tu recuerdo aunque no tenga sentido,
y canto como un reo
al amor a medias de un verano
que aun contemplo con la imagen de tu fuego.
Fuiste una flor curiosa e íntima
con corona de novia...
y del aire de la tarde eras el gladiolo rosa
que adornabas mi sol que siempre te miraba, y te remiraba.
Eras amapola, trigal y azalea,
la sonrisa que enganchaba a la estrella más alta,
el sustrato cálido que sostenía
al centro del amor.
Y ahora en éste mediodía
te reclamo en cada esquina de la confitería,
en el cine y en las jarritas de cerveza,
en éste banco de esta alameda donde eras mi dueña.
Aquí sentado, viendo y percibiendo
que tu silencio se hace visible
y se escucha tan fuerte
como una campana tocando a rebato.
Y es que aun siento tu beso
cien veces tu beso,
un aire quieto
que no se marcha con el viento.
Y es agosto...
y yo aquí mirándome por dentro
a ver si encuentro tu olor, tu tacto, tu aliento
y me alimento con ése consuelo.
Espérame amor... hasta ésa noche
donde acabe la muerte
y empiece la luz,
en ése verano eterno donde vives tú.