Un respirar asincopado,
Un solo cubierto,
un silbido en italiano,
Después de la ola
La humedad del recuerdo.
El sol, en la espuma,
Cae de rodillas,
A lo lejos, una madre llama al hijo,
Las calles de silencios van heridas,
Y un disparo de armónica
Señala la hora del duelo,
De ahí mi camisa siempre negra,
Arrugada, a veces tapando
Algunos agujeros.
Intento plagiar esa tonada del regreso
En todas las terrazas vacías,
Ladrillo, arpillera y teja naranja
En los vastos muros reflejada,
Se ausentan las palomas,
Y el tacón golpea el atril de la avenida empedrada,
tres toques en seco,
Una y otra vez,
Me envuelve tu melodía,
Me detengo,
Y se llena
La plaza,
Maestro Morricone,
Maestro!