Te di mi alma, mi vida entera,
fui sombra y luz en tu primavera.
Puse en tus manos mi corazón,
y ahora me queda solo el dolor.
Te entregué mi risa, mis días de sol,
mis noches en vela, mi autocontrol.
Por verte feliz, me olvidé de mí,
y hoy en mis manos solo hay soledad aquí.
Dejé mi orgullo, mis sueños también,
por verte feliz, por verte bien.
Caminé contigo, sin mirar atrás,
y hoy en mis manos solo hay soledad.
Te di mis lágrimas, mis noches en flor,
te di mis versos, mi más grande amor.
Fui viento y fuego, ardí sin parar,
y ahora en cenizas me veo quedar.
Lo di todo por ti, sin guardarme nada,
y en este desierto, solo mi alma clama.
Tu amor fue un eco, fugaz espejismo,
que me dejó solo en mi propio abismo.