Preciosa es aquella niña sincera.
Arde con su sonrisa, luna llena.
Su fuego consume a quien envenena.
Con su faro alumbra cualquier acera.
Los gusanos tejen en la morera
ansias de convertirse en ala plena.
Un sentir que embelesa hasta la trena
y hace volar a los presos de su era.
Idílico observar latir de amante,
dar cuenta de la preciosa canción
ardiente con crepitar fulgurante.
Ahí salimos todos de ficción,
pues ella demuestra con su talante
que somos libres en la creación.