En el camino de la vida,
muchos desafíos enfrentamos,
nos golpean con dureza,
nos lastiman hasta el alma.
Pero en medio de la adversidad,
no debemos perder la ternura,
esa dulzura que nos hace humanos,
que nos conecta con la hermosura.
Es posible volverse fuerte de corazón,
sin perder la esencia bondadosa,
manteniendo la compasión,
aunque el mundo sea caótico y furiosa.
Que la fortaleza nos proteja,
pero que la ternura nos guíe,
en cada paso que demos,
que el amor nos ilumine.
Así, podremos sobrevivir,
con el corazón intacto,
fuertes como roca,
pero suaves como un abrazo.
“Serl”