Cláusulas
Y dicen sabihondos que son cursilerías
lo que mi pluma escribe con eco muy radiante.
Pues... a eso yo le llamo «menester de estudiante»;
pequeñas jerigonzas, traumados de osadías.
Y, yendo a los detalles, corriente tan certera,
les digo con orgullo, presenten su quimera.
Y otros, balbuceantes que dicen horcajadas,
se adueñan sin derecho de la fulgente cima
y claman afanados con diásporas, cual rima:
«que todas las palabras son glebas, rebuscadas...»
mas, niegan al poeta toditas las destrezas,
haciendo mil virtudes con un rompecabezas.
Le llaman caminante negándole el camino
al pobre lisonjero. ¿Qué culpa tiene el pobre?
¿Acaso el escribiente les hurga con el cobre
los lienzos repelentes, ufanos del destino?
Hay muchos, quienes dicen la gélida tramoya
y caen por calumnias, ya nadie los apoya.
A todo albaricoque que llama trovadora
el alma del poeta, resuelvo con ternura:
La luna por las noches es toda una criatura,
adiana, transparente, sublime y soñadora.
¿Queréis gozar del arte, ser parte de la hazaña?
Olvida las envidias, la infamia y la cizaña.
Samuel Dixon