Tristeza
Hoy, que eres mi amante
y me acaricias con tus lentas manos de huérfano,
con tu soledad lánguida,
y te afliges junto conmigo
apoyándote en mí pecho
hasta que lates a la par,
y me hablas de nostalgias,
de desolaciones;
nosotros juntos en la cama.
En esta noche oscura, negra
en que nos pesan las mismas aflicciones
que hasta pareces ser parte de mí,
y me abrazas con tu congoja,
y me contagias enterneciéndome
cuando me dices tu angustia,
porque te entiendo,
porque es la misma, la mía.
En esta noche melancólica
en que lames con tu sal mis heridas
y llora el cielo afuera como un perro vago
mojando con su aullido nuestro lamento
y tú y yo estamos solos,
acompañándonos;
hermanando nuestros cuerpos
en las mismas lágrimas,
en las mismas desazones
con los párpados apuntalados
a pesar del sueño.
En esta noche, Tristeza,
tu sexo frígido me abate,
mustia mi corazón, lo aja;
me aprieta tu codicia
de quererme todo,
tanto, que quiero darte la espalda
y pedirte el divorcio.